|
Las
Anjanas
son
seres
menudos,
hermosos,
delicados
y
bondadosos
que
hacen
frente
al
descomunal,
horrible,
feroz
y
malvado
Ojáncano.
Si
sólo
existiera
el
Ojáncano,
azote
de
Cantabria,
el
símbolo
y
compendio
de
todos
los
males
que
le
afligen...
la
vida
del
montañés
sería
insufrible...
Pero...
afortunadamente
existen
las
Anjanas...
La
Anjana
es
una
hermosísima
ninfa
de
medio
metro
de
estatura,
ojos
rasgados,
pupilas
negras
o
azules
y
brillantes
como
luceros,
y
mirada
serena
y
amorosa.
Tiene
unas
largas
trenzas
de
color
azabache
u
oro
adornadas
con
lacitos
y
cintas
de
seda
multicolores...
y se
ciñe
a la
cabeza
una
hermosa
corona
de
flores
silvestres.Su
piel
es
blanquísima
y
siempre
lleva
una
cruz
encarnada...
su
voz
es
de
ruiseñor
y
tiene
unas
alas
prácticamente
imperceptibles,
casi
transparentes,
que
la
hacen
parecer
una
mariposa... |
|
Normalmente
viste
una
blanca
túnica
larga
de
lana
fina
con
pintas
relucientes
como
estrellas
y
una
larga
capa
azul
con
pespuntes
rojos
y
dorados...
En
invierno...
la
capa
es
negra...
Lleve
una
vara
verde
de
mimbre
o de
espino
con
una
estrella
en
la
punta
que
brilla
cada
día
de
la
semana
con
una
luz
distinta
y
una
botellita
con
un
brebaje
milagroso
para
reanimar
a
los
enfermos.Vive
en
grutas
recónditas
que
son
verdaderos
palacios
de
suelo
de
oro
y
paredes
de
plata
escondidas
en
fuentes
y
manantiales.
Vive
cuatro
siglos
y
puede
transformarse
en
lo
que
desee
y
hacerse
invisible.
La
principal
ocupación
de
La
Anjana
es
premiar
a la
gente
que
hace
el
bien,
que
es
generosa...
Bendice
las
aguas,
los
árboles
y el
ganado...
ayuda
a
los
pobres,
a
los
que
sufren,
a
los
que
se
extravían
en
el
bosque. |
|
Pero...
La
Anjana
también
castiga
a
aquellos
que
la
desobedecen.
Parece
que
su
poder
sobrenatural
viene
de
una
potencia
superior,
pues
también
ellas
pueden
ser
castigadas
cuando
se
enamoran
de
un
mortal.
Para
ellas
enamorarse
de
un
mortal
es
renegar
su
esencia.
Pero...
todo
esto
es
excepcional
y La Anjana
es
la
bondad
que
arropa
toda
Cantabria.
Las
Anjanas
La
anjana
es
el
ser
bondadoso
por
excelencia
de
Cantabria;
protege
a
las
gentes
honradas,
a
los
enamorados
y a
quienes
se
extravían
en
el
bosque
o en
los
caminos. |

Las
anjanas
son
mujeres
de
hermoso
rostro
y
atractiva
figura.
Sus
cabellos
son
largos
y
finos,
adornados
con
flores
y
lazos
de
seda.
Se
visten
con
delicadas
y
bellas
túnicas
de
seda
blanca.
Llevan
sandalias
(aunque
algunos
dicen
que
van
descalzas)
y un
báculo
con
extraordinarias
propiedades
mágicas
con
el
que
apacigua
a
las
bestias
del
campo
con
solo
tocarlas;
con
este
báculo
se
dice
que
realiza
sus
magias
y
curaciones
milagrosas.
El
origen
de
las
anjanas
nadie
lo
conoce;
aunque
se
rumorea
que
son
mujeres
santas
que
Dios
manda
al
mundo
para
realizar
buenas
obras
y
tras
cuatro
siglos
vuelven
al
cielo
para
ya
no
regresar.
También
se
dice
que
son
espíritus
de
los
árboles
que
tienen
encargado
cuidar
de
los
bosques.
Se
suelen
alimentar
de
miel,
fresas,
almíbar
y
otros
frutos
que
les
proporciona
el
bosque.
Viven
en
grutas
secretas
de
las
que
se
dice
que
tienen
el
suelo
de
oro
y
plata
y en
las
que
acumulan
riqueza
para
la
gente
necesitada.
Pasan
el
día
andando
por
las
sendas
del
bosque,
sentándose
a
descansar
en
las
orillas
de
las
fuentes
y
los
arroyos
parecen
cobrar
vida
a su
paso.
Allí,
en
las
fuentes,
conversan
con
las
aguas,
que
entonces
manan
más
alegres
y
cristalinas.
También
ayudan
a
los
viajeros
perdidos,
a
los
pastores,
a
los
animales
heridos
y a
los
árboles
que
la
tormenta,
el
viento
o el
ojáncano
ha
quebrado.
Durante
las
noches,
en
algunas
ocasiones,
se
pasean
por
los
pueblos
dejando
regalos
en
las
puertas
de
las
casa
de
aquellos
que
se
lo
han
merecido
por
sus
buenas
obras.
Se
dice
también
que
las
anjanas
se
reúnen
en
el
comienzo
de
la
primavera
en
los
altos
pastos
de
los
montes
y
danzan
hasta
el
amanecer
asidas
de
las
manos
en
torno
a un
montón
de
rosas
que
más
tarde
esparcen
por
los
caminos.
Aquel
que
encuentre
una
de
estas
rosas
de
pétalos
rojos,
verdes
y
amarillos
será
feliz
hasta
la
hora
de
su
muerte.
Son
hadas
buenas
de
la
montaña,
son
mieles
y
blanduras
en
su
espíritu,
reflejos
de
bondades,
de
misericordias,
De
mansedumbres,
de
virtudes,
muy
hermosas
y
cabales,
son
la
parte
buena
del
alma
de
la
imaginación,
de
la
fe,
en
estas
hechiceras
dulcísimas
que
alivian
las
penas,
las
zozobras,
las
inquietudes,
las
ansias,
el
hambre,
la
sed
y el
dolor.
Son
un
espíritu
eternamente
sosegado,
de
mes
de
Mayo,
de
noche
de
estío,
de
remanso
transparente.
Sensaciones
de
lo
divino.
Sementeras
y
rocíos
inefables
en
sus
manos
pálidas,
de
sus
ojos
verdes
y
serenos
que
miran
amorosamente.
El
corazón
de
las
anjanas
es
una
rosa
muy
grande,
con
muchas
gotas
de
miel
en
las
hojas
y un
rocío
que
dice
que
son
las
lágrimas
de
la
madre
Dana.
Antes
del
amanecer
han
aderezado
su
cabellera,
con
peines
de
coral
y
lazos
de
seda,
después
se
hincan
y
rezan
una
jaculatoria
por
todas
las
desgracias
de
los
hombres.
Andan
lentamente
por
los
senderos,
se
sientan
a
descansar
a la
orilla
de
los
arroyos
y
los
pajarillos
les
cantan
canciones
que
solo
ellas
logran
entender,
conversan
con
las
aguas...
La
voz
de
la
anjana
dice
que
es
lo
mismo
que
la
voz
de
los
Ángeles.
Unas
veces
parece
un
ruiseñor
(cuando
están
contentas
y
otras
parece
escarabajos
del
pisar
de
las
hojas
en
otoño.
En
el
solsticio
de
primavera,
a la
media
noche,
se
reúnen
en
las
brañas
y
danzan
hasta
el
amanecer
asidas
de
la
mano,
esparcen
rosas
y
quien
logre
encontrar
una
de
estas
rosas
que
tiene
pétalos
encarnados,
verdes,
amarillos
y
azules,
será
feliz
hasta
la
hora
de
su
muerte.
No
hay
suplica
sin
merced,
ni
virtud
sin
regalo,
ni
lástima
sin
remedio,
ni
amargura
sin
alivio
cuando
la
invocación
es
sincera
y se
hace
al
amanecer
en
el
punto
y
hora
en
que
la
anjana
deja
asomar
su
báculo
por
entre
las
flores
que
rodean
a la
torca
Nos
contó
una
moza
de
Carmona
que
se
le
apareció
una
anjana
con
el
pelo
suelto,
largo
y
castaño,
con
picaya
en
la
mano,
con
zapatos
de
piel
parda,
vestido
ligero
y
parecido
a la
gasa
blanca,
Ojos
verdes
y
con
corona
de
flores
en
su
delicada
cabeza,
bajita
y
bien
parecida:
"Anjana
de
la
compasión
alíviame
el
corazón
dame
un
pocu
de
consuelu
del
que
diz
bajas
del
cielu
dame
un
pocu
de
alegria
en
las
horas
de
esti
dia
dame
un
pocu
de
la
miel
y
haz
de
la
pena
estiel
Anjana
de
la
güena
suerti
las
mis
penas
son
de
muerti
dame
tu
la
bendición
y
aliviame
el
corazón."
La
Anjana
(de
jana,
antiguo
nombre
con
que
se
designaba
a
las
hechiceras
durante
la
Edad
Media)
es
uno
de
los
personajes
más
conocidos
de
la
mitología
cántabra.
Estos
seres
feéricos
son
la
contrapartida
a
los
crueles
y
despiadados
ojáncanos
y
ojáncanas
y en
la
mayor
parte
de
las
versiones
son
las
hadas
buenas
de
Cantabria,
generosas
y
protectoras
de
las
gentes.
Su
representación
en
la
mitología
cántabra
recuerda
a la
de
las
xanas
en
Asturias,
las
janas
en
León
y
las
lamias
vascas,
estas
últimas
sin
su
aspecto
zoomorfo.
En
la
tradición
oral
encontramos
distintas
explicaciones
sobre
la
naturaleza
de
las
anjanas.
Unos
dicen
que
son
criaturas
celestiales
enviadas
por
Dios
para
realizar
obras
buenas
y
que
tras
400
años
regresan
al
cielo
para
no
volver.
Otros
en
cambio
señalan
que
son
espíritus
de
los
árboles
encargados
de
cuidar
de
los
bosques.
En
todo
caso,
las
describen
de
aspecto
hermoso
y
delicado,
con
medio
metro
de
estatura,
ojos
rasgados,
brillantes
pupilas
negras
o
azules
como
luceros
y
mirada
serena
y
amorosa.
Tienen
una
piel
blanquísima
y su
voz
es
dulce,
unas
veces
parece
un
ruiseñor
cuando
están
contentas
y
otras
las
de
un
escarabajo
al
pisar
de
las
hojas
en
otoño.
Esconden
unas
alas
prácticamente
imperceptibles
y
casi
transparentes.
Estas
ninfas
de
La
Montaña
poseen
largas
trenzas
de
color
azabache
u
oro
adornadas
con
lazos
y
cintas
de
seda
multicolores
y se
ciñen
a la
cabeza
una
hermosa
corona
de
flores
silvestres.
Visten
una
fina
y
larga
túnica
blanca
que
cubren
con
una
capa
azul.
En
sus
manos
llevan
una
vara
de
mimbre
o
espino
que
cada
día
de
la
semana
brilla
con
una
luz
diferente.
Se
las
ve
paseando
por
las
sendas
de
los
bosques,
descansando
en
las
orillas
de
los
veneros
y en
los
márgenes
de
los
arroyos
que
parecen
que
cobran
vida.
Conversan
con
las
aguas
que
manan
de
las
fuentes
y
manantiales
que
es
donde
vive.
Ayudan
a
los
animales
heridos,
a
los
árboles
partidos
por
las
tormentas
o
los
ojáncanos,
a
los
enamorados,
a
aquellos
que
se
extravían
en
la
frondosidad
del
bosque,
a
los
pobres
y a
los
que
sufren.
Cuando
pasean
por
los
pueblos
dejan
regalos
en
las
puertas
de
los
que
se
lo
han
merecido
y si
se
la
invoca
pidiendo
ayuda
ellas
la
prestarán
si
es
buena
persona,
pero
también
castigan
a
quien
las
desobedece.
Dice
la
tradición
que
durante
el
equinoccio
de
primavera,
en
la
media
noche,
se
reúnen
en
las
brañas
y
danzan
hasta
el
amanecer
cogidas
de
la
mano,
esparcen
rosas
y
quien
logre
encontrar
una
de
estas
que
tienen
pétalos
púrpuras,
verdes,
áureos
o
azules,
será
feliz
hasta
la
hora
de
su
muerte.
En
Cantabria
tienen
este
trasfondo
feérico
las
Hechiceras
del
Ebro
(o
de
Valderredible),
las
Mozas
del
Agua,
la
Viejuca
de
Vispieres,
las
Anjanas
de
Treceño,
las
Moras
de
Carmona
o
las
Ijanas
del
Valle
de
Aras
entre
otras.
Las
Anjanas
y la
Navidad
Como
relata
el
escritor
montañés
Manuel
Llano
en
su
obra
Mitos
y
leyendas
de
Cantabria,
las
Anjanas
llegarían
a
las
poblaciones
del
interior
de
la
región
durante
la
madrugada
del
6 de
enero
con
la
intención
de
traer
a
los
niños
diversos
juguetes
y
regalos.
Esto
se
produciría
cada
cuatro
años
y
generalmente
en
familias
pobres
o de
bajo
nivel
económico.
La
tradición
aún
se
mantiene
anualmente
en
algunas
localidades
de
Cantabria,
en
convivencia
con
la
figura
del
Esteru. |